"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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07-08-2015 |
Amodio en formato libro (3)
c.e.r
En esta parte final trataremos lo que nos parece pertinente para un epílogo.Porque Amodio reaparece en 2013 y 2015.
Para los opinadores (pólitologos y periodistas fundamentalmente), además de la sorpresa de su aparición, el testimonio de Amodio Perez fue incómodo. El propio Gabriel Pereira que en las primeras de sus entrevistas hizo un papel tan deslucido, (estaba mal leído e informado y hacía iniciales preguntas tan tontas, que Amodio –“que camina arriba del agua”- debe haber sonreído cancheramente en más de una oportunidad). Gabriel Pereira llegó a confesar la incomodidad que le producía “la historia reciente” cabal ejemplo de que no daba “pie con bola”. Después, en la etapa de “los blocs”, que llegaron a ser cinco y en mesas redondas a las que convocó a Haberkorn y a Garce, mejoró notablemente su participación.
Nos complacemos en señalar esto porque estos intelectuales uruguayos y sus poses cancheras en la televisión hacia los “derrotados” tupamaros, nos causan más bien fastidio y un poco …de urticaria. Y, sin embargo, es el signo de los nuevos tiempos de la “conciliación de clases”, del capitalismo dependiente “con rostro humano” y de los “arrepentimientos” de la firma Mujica y Cia.
El tema del viejo MLN-Tupamaros es un tema “maldito” en los medios uruguayos que –democracia “representativa” aparte- sigue siendo la misma sociedad burguesa dependiente y cipaya que ha sido siempre. Con los medios controlados por esa burguesía. Y donde los periodistas que viven de eso , tienen que tener cuidado con “no pisar el palito”.
Existen en todos los medios masivos, cancerberos especializados en filtrar “lo tolerable y lo potable”. Redactores y Consejos de Redacción, son los fortines jerárquicos desde los cuales ejercen su vigilancia para “que nadie saque las patas de la palangana”. Y tienen “línea directa” con el consejo directivo del consorcio, que son los verdaderos dueños de los medios. Los que tienen la plata. Es el mecanismo básico de las empresas mediáticas en “la sociedad de mercado” como gustan de definirse.
Amodio, que no reniega de los considerandos básicos por los cuales alguna vez empuñó las armas, es una “ave rara”. Parece “un hombre de los 60”, sobre el que la historia reciente no pasó. Un hombre “congelado en el tiempo” . Recogemos expresiones de la mesa redonda que Pereira organizo con L. Haberkorn y Adolfo Garce.
Y claro, fundamenta porque tomó las armas, justifica “la boleta” a Dan Mitrione, sigue atribuyendo a la tortura el 45% del triunfo y hasta dá las cifras de miles de millones que se le sacaron a los banqueros y explotadores, lo cual a los redactores jefes, les debe hacer enarcar las cejas!!! Es la parte mejor de las entrevistas filmadas de Hector Amodio Perez y también del libro. Que no se achica y no se hace el arrepentido!!! Cuando señala que “la dictadura” (cívico-militar) fue para imponer los planes de Milton Friedman, solo esa constatación, debe haber puesto a más de uno de esos cancerberos muy atentos, alertas y hasta inquietos.
No es para menos. Cuando la burguesía gastó y gasta enormes recursos para elevar al grado de “únicos tupamaros” válidos a la caterva de los EFH, a los Mujica, a un ignorante supino como Rosencof y permite que por la escotilla asome –de vez en cuando- un aparatista como Zabalza para ser “el pedo en el velorio”, las cosas son así.
Lo “normal” era un traidor cabal del tipo Kimal Amir, con sus declamaciones sobre Kant, y las argumentaciones sobre los valores “de la democracia” en abstracto, toda la nausebunda jerigonza falluta y neoliberal y, el resto de las pavadas, potables para “intelectuales burgueses orgánicos” del tipo Heber Gatto que aparecen en las columnas de “El Pais”.
La prensa “progresista” tiene otros héroes –no menos abollados- como por ejemplo el inefable y autosatisfecho “viejo Julio Marenales” del cual la militancia sabe bien que “es cuadrado, como una baldosa”.
Es “la forma” de ejercer la dominación ideológica de clase. Palanca fundamental para no mover nada y que todo quede como está.
Amodio re-apareció, decíamos, en un momento histórico preciso: el momento en que la “historia oficial” del período histórico pasado –los 60 y 70- entra en franca bancarrota. El tema y sus bemoles lo tratamos cuando analizamos la bibliografía sobre el MLN-Tupamaros.
Y esa bancarrota se hizo visible, a partir del 2004 cuando el “progresismo” llegó al gobierno. De ah,í hasta las pasadas elecciones, fue que apareció la mayor parte de la bibliografía crítica a la versión de la “historia oficial” aceptada. Ya hemos señalado los principales “piqueteros” que la fueron horadando, mostrando al principio sus contradicciones elementales, después “haciendo hablar a la militancia” y finalmente, dejando la antigua construcción en ruinas. Hoy a EFH no lo sigue nadie, es un cadáver político y, un político burgués desprestigiado. Al Sr. Mujica “la pose de viejito piola y canchero” (es terrible HdMP) le ha quedado bastante desgastada y, en cuanto al Sr. Marenales: se fue a Salto porque ya nadie le lleva el apunte en ningún lado.
Pero la labor bibliográfica –observen los sufridos lectores, que no decimos “labor ideológica” y no es por casualidad- fue solamente “el acompañante” del renunciamiento gubernamental “progresista”. Con “´progresismo” gobernante no se movieron “las raíces de los árboles” y en el tema de los Derechos Humanos, en la segunda etapa (Mujica), retrocedimos francamente.
Un sector “de la conciencia electoral” lograda comenzó a verle “las patas a la sota” y a entender cabalmente, que el progresismo más que un neodesarrollismo tipo Luis Batlle Berres o Frondizi (en la Argentina) no era. Que “crecimiento” no es lo mismo que “desarrollo”. Y que éste es imposible bajo el capitalismo. Viejas verdades que la generación de los 60 y 70 tenía muy clara en sus cabezas.
Era necesaria esa acción mancomunada de los hechos y de las ideas, que funcionó independientemente de los ansias y deseos de Héctor Amodio Pérez, lo que le dio pié para olfatear que podía salir a la luz pública sin mayores problemas, para sacarse de encima un monton de “perros muertos” y “de culpas” que le habían echado encima.
No todos ni todas , sin embargo, como veremos.
Un intento de explicación
Hemos señalado muchas veces, que el MLN-Tupamaros, particularmente su cúpula dirigente tradicional, “los viejos”, eran una “unidad con tensiones”.
De esas tensiones sacaba su vitalidad, su pragmatismo, que aún asombra al mundo político uruguayo. Pero si se rompía esa “unidad con tensiones”, la obra mostraba todas las limitaciones que tenía y tuvo desde sus comienzos mismos. Jorge Torres las ha analizado –en parte- bastante acertadamente en su libro “La derrota en la mira”.
La derrota del 72 y la “liberación” del 85 hicieron salir a luz todas esas limitaciones que tomaban –luego de prolongadas prisiones- el carácter de contradicciones serias . El “Movimiento por la Tierra” no se convirtió en un centro aglutinante de militancia y compañeros, justamente, por recuerdos y asociaciones del formidable fracaso del Plan Tatu. Su voluntarismo chocó además con compañeros fieles de antaño y, otros lugartenientes (Zabalza por ej.) no estaban dispuesto a seguirlo en la repetición de sus subjetivismos particulares. Tuvo una cabal comprensión del problema en los pocos años (4) que sobrevivió. Despues –ante su muerte y el formidable despliegue de dolor popular que provocó- la “oficial” cambió el verso y los que lo trataron “de loco” se olvidaron de sus calumnias. Empezó el trabajo de hacerlo un ícono, no el “luchador social” con rasgos contradictorios que siempre fue. De a poco lo fueron achicando al rol de “el finado en el recuerdo”.
Hemos señalado, que no estamos para “defender a unos jefes en contra de otros”. Que no corresponde tomar partido. Todos- en diferentes medidas- tenían sus carencias y limitaciones. Y también sus aciertos y “genialidades”. Mientras el viejo MLN-Tupamaros concentró la atención de la juventud, las esperanzas de la población contó con un apoyo multidinario que se manifestó en el crecimiento. Este a su vez permitió que los errores y carencias no afectaran el funcionamiento del “aparato” y disimuló sus deficiencias. Si el MLN-Tupamaros representó la esperanza de miles y decenas de miles de jóvenes –el sector dinámico de una población- no fue por ninguna casualidad. Era para esas decenas de miles de mujeres y hombres: la “única cosa seria” que había producido la izquierda uruguaya, en una coyuntura especial .
Y un altísimo porcentaje de esos jóvenes eran personas educadas e inteligentes como lo ha mostrado también –estadísticamente- la vida. Derrotados, torturados, perseguidos, supieron salir adelante en la sociedad, graduarse, y ubicarse en los mercados de trabajo -en competencia desigual- en países extranjeros. Con aquella juventud enfrentada, los que perdieron fueron los gobiernos burgueses de la época, la miserable oligarquía criolla, que intentó asesinarlos.
El viejo MLN-Tupamaros fue también –indudablemente- una herramienta política como cualquier otra. Una herramienta política es un instrumento del cual se vale una generación de la sociedad para hacer o procesar “los cambios” que considera necesario. Como cualquier buen artesano utiliza un serrucho para cortar, un martillo si hay que golpear y un taladro si se trata de hacer un agujero. Terminemos de una vez por todas, con los fetiches stalinistas, con respecto a los partidos y organizaciones!!!
Los “jefes” tempranamente –quizás con inició en la crisis del 22 de diciembre, reafirmada después de Pando- atornillaron al máximo los mecanismos de contralor de la militancia de base, su subalternidad , sin preveer válvulas de escape para las sucesivas críticas que los errores políticos cometidos iban a engendrar. Se aseguraron tener cancha libre para sus “horizontales”, jugarretas, conspiraciones, y otros tipos de intrigas de cúpula. Entre ellos se daban por la cabeza, pero la militancia de base no podía tener ni un atisbo de esas trapisondas, so peligro que se les cayera la estantería. El drama del viejo MLN-Tupamaros fue que nunca pudo asimilar las críticas de los sectores de la militancia, sus propios soldaditos.
Sendic, (para los que lo endiosan), no tenía reparos en largar este verdadero brulote con respecto a la militancia del Penal de Libertad al cual volvieron todos los “rehenes”: “son todos Micro” .
Héctor Amodio Perez, -que ahora, en el libro, intenta presentarse de otra manera- tenía la misma soberbia y displicencia, la misma falta de respeto hacia sus subalternos, que en diferentes oportunidades –y con exepciones particulares- mostraron todos los “jefes”. Eran “poleas de trasmisión”, “engranajes”, “tornillos” de una concepción mecánica de la actividad política. Los militantes, -seres humanos consientes- eran degradados a la función de “instrumentos útiles”. La “clandestinidad” y el “verticalismo” les facilitaron la tarea. Todo el “aparatismo” esta plagado de eso. El diálogo –de Amodio- con un militante detenido en el mismo Florida lo muestra cabalmente: “Che, guacho , y vos porqué estas aquí?”, seguido del tradicional “cartel”: “ Sabés quíen soy , Yo soy Amodio”
Marca distancia, muestra “el cartel”, señala jerarquías, se sube “al banquito”.
Cuando “El Sabalero” hizo su canción que señala expresamente “que las ruedas de la historia, son de carne y hueso” está señalándole a las “jerarquías” - que no estaban solo en el viejo MLN-Tupamaros - los prejuicios y las arbitrariedades de “los jefes”.
Se ha vuelto un lugar común el tema de la rivalidad que oponía a Héctor Amodio y a Raúl Sendic. Es, como muchas otras cosas una verdad a medias. Había varias rivalidades internas , las hubo también en el pasado.
Surgían de varias causas: la violación de la seguridad interna, era una ellas. El “clandestino” liberal. Las “liberalidades” que el grupo permite. La extensión “por imitación” de las “liberalidades de los jefes” a los subalternos coaptados. Ascender “en el escalafón” era motivo para permitirse esas “libertades”. Almería es un ejemplo flagrante de todo eso. El proceso de violación de las reglas del trabajo clandestino urbano se extendía. Se han señalado “al pasar” por muchos militantes, en sus recuerdos. “Liberalidad en los contactos” (Sendic, hacía 4 contactos en la misma boca-calle) uno en cada intersección, hechos casi al mismo tiempo permitía que los contactos se conocieran (lo cual no era conveniente por motivos obvios). Se le toleraba, era el “jefe” y guay del que lo controlara, el señalador se iba encontrar con la indiferencia de los demás más la antipatía del jefe cuestionado para el futuro. El que lo hacía, lo hacía una vez sola, sabía la que venía después.
El segundo motivo son los planes y/o actividades que implicaban diferentes ángulos de enfoque. En sí, una cuestión meramente normal, pero que podía tomar un carácter subjetivo, si las diferencias se daban con regularidad.
Un tercer motivo de roces, era la tendencia de algunos jefes a no aceptar críticas. Y si las críticas eran justificadas, la tendencia a atribuirle el error –por derivación- a otro. “Yo si, pero fue porque lo que hizo Mengano antes, que me llevó al error”.
Otro motivo de roces, era la tendencia de un “jefe” a justificar siempre a sus subordinados más obedientes y/o leales. Eso fomentó a “los negritos mimosos”. Y los “negritos” pagaban el favor acumulando sobre los posibles o eventuales rivales “chismes”. Eso, a su vez, fomentaba las “camarillas” o grupos. La rivalidad podía extenderse a grupos (dentro de una misma columna) a rivalidades entre columnas, y éstas, a su vez, a la rivalidad entre sectores enteros. “Interior” y “capital” fueron un ejemplo, casi típico.
Sendic, en el interior tenía su séquito de satélites: Bidegain, el “negro” Mansilla, después, la tríada de Zabalza, el “conejo” Picardo y Bucarón.
Héctor Amodio le da a algunos de estos factores una importancia fundamental en la derrota. Al principio parece esquemático. Pero a poco de desarrollado –en el libro y en las entrevistas- y bien examinado, la cosa toma otro cariz. ¿El nivel de sofistificación y efectividad que había adquirido la clandestinidad en un medio urbano como Montevideo, centro fundamental de la represión, podía ser trasladado mecánicamente al Interior? ¿Podían ambos emularse por el simple mecanismo de trasegar militantes, recursos y armas al Interior? ¿O eran el producto de una acumulación de fuerzas que Montevideo había adquirido a fuerza de muchos sacrificios (léase represión) y una larga experiencia, que no podían trasegarse a medios muy diferentes como eran las variaciones que se registraban en los distintos medios del interior rural? ¿Eran lo mismo Colonia y Paysandu con actividad industrial y fabril, que Bella Unión con asalariado rural o, que Paso de los Toros? ¿Bastaba con la generalización de que “todo” era meramente “el Interior” o había en él, diferencias específicas, marcadas y concretas?
¿No era acaso una “simplificación” teórica, en el papel, de aspiraciones, pretender superarlas o igualarlas, por el simple acto de voluntad de unos jefes y comandos, en las líneas generales de los planes del Segundo Frente o Plan Tatú?. ¿El asunto era simplemente de “Pico y Pala”? ¿El recurso de lanzar directivas y/o propuestas a los responsables del interior, desde el Penal, pasando por arriba de la dirección política que estaba afuera (y que necesariamente tenía sus propias prioridades) era progresivo o negativo?
Parecería que Wassen, cuando finalmente fue detenido (dos meses antes del Abuso), planteó perentoriamente esta cuestión de atosigar con “planes” ideas e iniciativas a la dirección, que había tenido que remontar el tremendo agujero organizativo que dejó la caída de Almeria. Interrogado algún compañero que estuvo en el Penal, fue Abuso y después fue trasladado al Interior, quedó pensando, para señalar después, escuetamente: “Algo hay, en todo eso”. Cúanto “hay” (de verdad) no lo sabe este escribidor, pero nos animamos a sostener que debe ser producto de una reflexión colectiva entre más de uno de los participantes del “Segundo frente”.
A estas interrogantes deberían dedicarse ciertos historiadores del “interior” más que a la crónica de nombres y el anecdotario de padecimientos y penurias. Es lo que venimos abogando desde la crítica a la bibliografía “oficial” moderna.
El señalamiento ineludible.
Héctor Amodio Perez, compró su libertad al precio de la “colaboración”. Más de un aspecto del actual libro- y de los reportajes que lo precedieron- señala que éste asunto es fundamental. Amodio, protagonista central del episodio, no puede negarlo y deberá- V más tarde o más temprano- asumirlo, desde el momento que decide salir a la luz pública. Estaba también- es cierto- “en una situación límite” como pretendió cierta periodista televisiva en un cierto programa, que surgió dentro del cúmulo de programas que motivó su re-aparición del 2013.
El militante clandestino que rompe con su organización, queda en una situación compleja y gravísima, acumula sobre su individualidad la vieja persecución de los antiguos enemigos, más el peso de una nueva: la organización a la que perteneció y que ahora lo declara, también, enemigo. Es portador de conocimientos y secretos, que no sabe como se evaluarán: si a favor o en contra. El enemigo codiciará esos secretos, sus antiguos camaradas temerán que los haga públicos, “conoce demasiado”.
En Uruguay, el caso se resolvió por el enemigo: después de su colaboración le dieron una nueva identidad completa, ciertos recursos y lo soltaron. Pero antes , de todo eso paso por el momento de la detención , momento a través del cual comprendió que estaba solo .
Sus captores- según la versión Amodio- le dieron a conocer las declaraciones de sus antiguos rivales que estaban en el Florida y aparte “la carpeta” con las declaraciones de Piriz Bude. Era obvio el intento “de darlo vuelta” un recurso natural -y hasta lógico- de todo captor de un jefe que “saben” esta separado y perchado desde junio, y cuestionado seriamente desde mayo (versión Zabalza).
Amodio acepta el convite, ahora falta demostrar que es útil, que es “pierna” para el truco. Que se convirtió en “el capitán Mandrake lo sostienen, por lo menos, dos testigos: Rodriguez Larreta (y su compañera Raquel, detenidos en un cine) y Julio Listre. En la negociación por la Carcel del Pueblo también estuvo presente. Eso es lo probado.
El resto tienen que demostrarlo sus acusadores, probarlo , porque con meras acusaciones ya no basta. El reconoce que “asesoró” a los militares en que el poderío militar del viejo MLN-Tupamaros no era tal. Es evidente que eso era una seria contra para los esfuerzos de los “dialogantes” que hacían su propio juego y con agenda propia . Amodio les saboteaba el trabajo asesorando a los captores, con los cuales les limitaba el campo de maniobra.
¿Es Amodio un traidor? – Si , es un traidor, pero sin superlativos subjetivos .
El tema de un posible traidor, estaba presente desde el comienzo mismo de la opción político-militar que levantó el MLN-Tupamaros viejo. Se sabía que era posible y no se trabajo en una profundización del tema y las posibles salidas al dilema. Y traicionar, traicionaron al mismo tiempo varios . Los dialogantes eran también traidores.
Cierto corresponsal –muy especial para nosotros- nos señala otra variable posible. Después del acuerdo con Cristi quedaba Amodio en “stand by” para la Inteligencia militar que dirigía Trabal ? ¿Era parte de un proyecto más amplio y posterior, pero en Europa? ¿Un “topo” para activar cuando fuera necesario? Mi corresponsal señala que ese es el “diseño” de los servicios de inteligencia occidentales: te “enganchan” y después entras en “la calesita”, y el hombre tiene su experiencia muy profunda sobre el tema, adquirida “trillando”. ¿Fracasó esa eventualidad, cuando Trabal fue asesinado? ¿Fue de los tantos planes y proyectos, eventuales, que después se archivaron?
Alguna vez, cuando se abran los archivos uruguayos, con lo “confidencial” que todavía sigue guardado como “secretos de Estado”, estaremos en condiciones de saberlo. Lo que no conviene es perdernos en el berenjenal de lo subjetivo.
Y con esto, terminan estas notas.
Notas anteriores:
Amodio en formato libro (1)
c.e.r
Cuando Amodio salió a la luz pública -2013- había pasado 41 años de silencio. Silencio forzado, porque sobre él pesaba la acusación de traición. Esos 41 años habían permitido que visiones diferentes y críticas de la militancia –en derrota y, en cárceles y cuarteles- fuera sustituida por lo que después se convirtió en la versión “oficial” de los acontecimientos. Amodio y Piriz Bude eran los únicos y principales traidores. A partir de allí estaba todo claro.Aquella visión, sostenida por las jerarquías -al extenderse y popularizarce- implicó, también, una nueva vuelta de tuerca, cambio de interpretación que no es para nada baladí. Además de ser los únicos traidores eran “los causantes principales” de la derrota. Dicho esto, estaba dicho todo.
En 1985 al recuperar la libertad los presos confinados en los Penales (Libertad para los hombres, Punta Rieles para las mujeres, además de algunos establecimientos de detención en el Interior del país) la versión estaba sólidamente establecida.
La propugnaron 4 de los líderes históricos (Sendic, EFH, Manera Lluvera, Julio Marenales) tenía el peso de lo definitivo. Y, sin embargo, a pesar de todo, había y existían quienes no estaban de acuerdo con la visión oficial y establecida. Decenas de militantes, que conocían los hechos de primera mano, sabían que “lo que se afirmaba” era una verdad parcial, limitada, donde además ciertos hechos fundamentales “de la derrota” no se acertaba a explicarse.
Poco tiempo después, los “viejos” líderes históricos con esa concepción de la derrota pasada, comenzaron sus luchas –internas y particulares-, Sendic no se integró al viejo MLN-Tupamaros, estableciendo “rancho aparte” con un plan “Por la Tierra y contra la Pobreza” y un embrión de movimiento político: “Por la Tierra”.
Los otros líderes (Manera, Marenales, EFH) se quedaron “con el sello, de la calle Cebollatí”.
La situación era curiosa porque Cebollatí (la sede) y, el domicilio particular de Sendic, estaban a pocos metros. Hoy esta perfectamente establecido que los concordantes históricos tenía un temor serio que Sendic, con su tradicional peso históricos, se “quedara con la Orga”, Marenales lo expresó concretamente en una reunión con la vieja militancia “de confianza”.
Al mismo tiempo y para mantener la organización-“aparato” se recurrió al argumento de que Sendic esta “loco”. Fue uno de los episodios más miserables de la historia política de la izquierda nacional. Este desgarramiento interno, divisón en ciernes, se pretendía –puerilmente- ocultarlo y fingir –a manera de los matrimonios burgueses- de que aunque había separación de camas, la harmonía reinaba en la “familia tupamara”.
Poco tiempo después, otro de los miembros “históricos” abandona el timón partidario. Amilcar Manera Lluveras lo hace a través de una carta partidaria interna, de severa crítica a las “chacras” personales de algunos dirigentes (los círculos privados de los clientes que apoyan a sus “dirigentes”). En ella también se registra la corrupción general extendida entre la militancia, la elevación al poder de elementos dudosos, plagados de oportunismo. La carta fue ocultada celosamente por los únicos dos miembros de la dirección histórica que se había ahora ampliado para comprender también a “los rehenes”. Una parte nada más, de los mismos.
Algunos –los más cazurros- además de la “locura” pretendida de Sendic, hablaban también de “la gerontocracia” y hubo dentro de línea oficial, los intérpretes contrarios “al culto de la personalidad”. Conviene, por una razón de sanidad mental, repasar todo “lo que se dijo” y “circulaba” porque las usinas donde el brulote, el atropello, la calumnia y la mentira se extendían,- hasta el día de hoy- siguen pretendiendo que todo esto “no existió nunca”. Los hechos, trágicos y crueles, -como es siempre la misma realidad- los desmienten. Blixen, en su libro- biografía sobre Sendic, lo ha consignado expresamente y, Blixen, además de periodista, fue parte e integrante de los organismos de dirección, después de la caída de Almería.
Establecido el hecho, digamos también, que las “bases de la organización”, es decir su militancia (la vieja “de Punta Carretas” y la nueva de todo el periodo posterior a la caída de Almería, dijeron también lo suyo. Casi todos fueron visitados, citados, e interrogados por los líderes históricos. Conocieron así (los líderes) de primera fuente todas las “desviaciones”, coqueteos ideológicos, compromisos, las “presiones extranjeras”, el “espionaje interno” fomentado por los burócratas inconcientes de alguna isla caribeña, y un sinfín de tropelías, delitos y hasta crímenes, que se cometieron.
Hubo- desde la derrota del 72 a la liberación del 85- una larga serie de temas, planteamientos, e intentos de hegemonía, una lucha feroz por la supremacía, entre las cuales la amenaza de suprimir supuestos rivales, hasta físicamente, estuvo presente. Los “renunciantes” primero, las diferentes cofradías que nunca se atrevieron a darse nombre, hasta llegar al “seis puntismo” la expresión más sectaria y conectada directamente con la burocracia política cubana.
Al mismo tiempo que esto sucedía en “las alturas” organizativas, hubo también una militancia tupamara de base que tuvo la fuerza de entereza suficiente, para amainar las furias sectarias y asesinas de esas direcciones. La grandeza de miras que faltaba en “las alturas” de los epígonos de líderes, sobraba en las bases. Era simple sentido común, pero bastaba para que más de un proyecto sectario, excluyente (con eventual asesinato) no pudiera concretarse.
Y es por eso, que derrotados en Uruguay, hubo tupamaros con contribuyeron con su brazo y experiencia en otras gestas de America Latina: Chile, Argentina, Colombia, Nicaragua, el Salvador y hasta en Perú. Es importante consignarlo –tiempo vendrá de hacer esa historia- porque el MLN-Tupamaros y su militancia no se acabó con la derrota del 72, sino que continuó en territorio nacional hasta más allá del 75 y después, -y hasta durante- en los otros países hermanos donde fuera necesario el concurso, la solidaridad de hechos, y llegar a lo más alto que un revolucionario, puede volcar en esa esfuerzo: la vida y su propia sangre. Gloria eterna a todos ellos!!!
Volvamos, sin embargo, a los hechos nacionales.
La “liberación del 85” (en realidad fue “una amnistía) fue saludada por las bases militantes con algarabía. Los militares que creían “haber pacificado” durante 10 años el país, a través de la tortura, el terror los asesinatos, la violencia desmedida y los atropellos constantes, ya en 1979, tuvo conciencia y conocimiento de una renovación generacional que reiniciaba la lucha con métodos nuevos. Se sumaban a esa lucha en el terreno nacional, donde la resistencia primera había estado en manos del esfuerzo tenaz de “los familiares” (madres, padres, hermanos y hermanas, conyuges y hasta hijos) un refuerzo notable para continuar en sus esfuerzos y no desmayar.
Las cronologías del pueblo, que son diferentes a las de las clases burguesas y dominantes, así como sus historias, se renovaba. En esa cronología de la resistencia del pueblo oriental, se contabilizan la derrota militar del 72, con la también derrotada Huelga General del 73 y se encauza definitivamente a partir del año 79. Aquellas luchas derrotadas, dejaban su secuela de resistencia. Y desde el 79 en adelante “la tiranía de los militares” estaba derrotada. Los años posteriores lo irán confirmando, con su secuela del crecimiento imparable de una resistencia popular creciente, que se pronunció claramente en todas las circunstancias en que se les convocó para que expresaran su opinión.
Esa lucha que estaba “en la calle” motivó también que se incorporaran a ella –siempre los panzones subiéndose al carro!!!- los partidos burgueses que habían prohijado y fomentado la tiranía militar promoviendo oficiales “golpistas” al generalato cuando -entre ellos- se extendían los partidarios de “darle vacaciones” a la democracia burguesa imperante.
De esos mismos partidos surgían los oportunistas –Ferreira Aldunate en el Partido Nacional, Sanguinetti en el Partido Colorado- que sabiendo que la tiranía estaba condenada por el Departamento de Estado norteamericano, se preparaban a disfrazarse de demócratas nuevamente, para garantizar “el orden” a efectos de que no hubieran “sorpresas”.
Dentro del “programa del orden” estaba también, el “garantizarle a los militares” que no pagarían responsabilidad por lo que habían atropellado. Es necesario señalar todo esto con precisión, porque los actuales demócratas, tipo Sanguinetti, Batlle, los corifeos del diario El Pais, quieren imponer la versión “de la democracia agredida”.
Es una lucha denodada, donde los demócratas de pacotilla, emplean todos los medios a su alcance: el monopolio de los medios de comunicación (prensa, radio, televisión), el libro, los espacios de la cátedra, para hacer válido el mensaje y restablecer un aspecto fundamental de su antigua hegemonía. Que en esos círculos –la tiranía resucitó a todas “las momias civiles” del viejo terrismo- con su catolicismo ultramontano, sus simpatías por el modelo fascista franquista español y, otras “lindezas”, eso, hay que silenciarlo presurosamente.
La izquierda tradicional (PS y PCU), que se moría sin legalidad burguesa parlamentaria y representativa, también se subió “al carro” de los nuevos tiempos. Un vocero de la misma –el antiguo senador Enrique Rodriguez- fue enviado a recorrer el exilio para pregonar las “bondades” de lo que no tuvo más remedio que reconocer como “la rendija democrática”.
Lo que el pueblo conquistaba en la calle con su movilización y sus esfuerzos –y hasta con nuevos asesinatos- lo chalaneaban “los dirigentes”, envueltos en la nebulosa de sus macro-politicas. Así, “la rendija democrática” se transformó definitivamente en “la vuelta de la democracia” a secas. De nada valieron, las premoniciones y las críticas de Carlos Quijano en su exilio mexicano y buen conocedor de la “historia” bajo el terrismo de otros mitos: el “del golpe malo” y “el del golpe bueno” del Sr. Baldomir, ligado con el antiguo dictador por vínculos de sangre y familiares. Nuestra “izquierda tradicional” pusilámine como pocas, había decidido un curso y a él se atuvieron, pesara a quien le pesara y dispuestos a tolerar más de lo que debía haberse tolerado.
Fue en ese marco que se produce “la liberación” de los antiguos revolucionarios presos. Desde el comienzo se marcó una diferencia con los partidos burgueses: la democracia, era para éstos meramente “una primavera democrática”. La izquierda tradicional aceptó el reto y comenzó su campaña de exigir “autocríticas” por los “hechos de sangre” del pasado. Por la osadía de haber tomado las armas para fomentar “una revolución”.
Con la hostilidad de la “izquierda legalizada”, con el encono de siempre –el inefable burócrata “comunista” entonces de Valenti, estampó en letras de molde la calumnia de “los iluminados de siempre”, después fue pasando del “comunismo renovador” a “renegado” y terminó finalmente en el campo burgués “de izquierda” del “progresismo” de derechas- los presos debían soportar la intolerancia vieja de siempre, la que es heredera del reformismo y los mitos que pergeñó Stalin, el “gran forjador de derrotas” en la URSS y ….en resto del mundo donde se siguieron sus consejos. Fueron 29 años consecutivos de predominio burgues dependiente, blanqui-colorado, que recién hizo aguas definitivas en la crisis del 2002, pero que hasta el 2004 se ejerció sin cortapisas.
Todo ese inmenso periodo histórico: 1972, 1985, 2004, 32 años en total, tomando sus fechas extremas, marcaron ese andar vacilante de la conciencia nacional de los orientales. Marcaron también el avance de “una conciencia electoral de izquierdas” con todas las ambigüedades y claro-oscuros que el pretendido concepto tiene.
Fueron también años de formidables transformaciones en el mundo entero. En algún momento hemos señalado que ese avance de la conciencia colectiva registró su máximo alcance con la quiebra del bi-partidismo tradicional. Más allá de éste no pudo elevarse.
Todo esto esta resumido en el actual libro que Amodio Perez dá a luz con el concurso de Jorge L. Marius y que han decido titular “Palabra de Amodio” y el subtítulo de “La otra historia de los Tupamaros”. Ediciones de la Plaza, 2015, 316 págs.
Es una visión que empieza en los albores de los 60, atraviesa –hasta el 2015- la friolera de 42 años, si tomamos la fecha original de 1963 y merece que analicemos todo ese inmenso periodo al cual se refieren las entrevistas iniciales del 2013 y que ahora recibe una formulación escrito, donde las carencias y aparentes limitaciones anteriores toman, ahora, forma definitiva.
Los eventuales lectores, que decidan seguirnos en ese periplo, deberán conocer el libro, pero también pueden buscar en YouTube, el conjunto de entrevistas que realizó en su momento el cronista-estrella de “El Observador”, hombre muy limitado para comprender “la historia reciente” del Uruguay, como él mismo lo confesó luego de realizar la experiencia.
Todo aquel universo de los años 60, para las nuevas generaciones de éste 2015- es entrar en un mundo extraño, imposible de aceptarse. No son estos años actuales capaces de prohijar militantes dispuestos a sacrificar su vida “por una revolución” lejana e hipotética, ni aceptar los mecanismos organizativos que la misma conllevó, las estructuras piramidales, los verticalismos y los subjetivismos de los jefes. Por suerte aquellas “ingenuidades” y “utopías” están a siglos luz de las expectativas de las modernas generaciones.
Algo más debe señalarse. Toda la falange burguesa de los publicistas (ver El Pais, edic. dig. Del 2 de agosto de 2015) entre otros Antonio Mercader, al mismo tiempo que se regocijan con el “descubrimiento” de que el viejo MLN-Tupamaros nació en 1963, por lo tanto “en plena democracia” (lo cual demuestra “lógicamente” que eran enemigos de la democracia) es el mismo grupo de publicistas de la prensa burguesa ,que a lo largo de años, a los “auténticos” tupamaros, los señores EFH, Mujica, particularmente y la fracción oportunista que los sigue (Agazzi, la “Tronca” Topolansky, Bonomi, el “petiso” Caballero, el “ratón” Rosadilla y tantos, tantos más) los elevó al rol de íconos mediáticos, voceros potables, “autorizados” en toda sus medios de comunicación.
Eran “figura” en todos los informativos a través de años y, cuanto más traidores, renegados reformistas y oportunistas fuesen, más espacio se les concedía. Cúanto más “se arrepintieran” mejor.
Con este desglose necesario, estamos en condiciones de entrar a considerar el libro de marras.
Amodio en formato libro (2)
c.e.r
Cuando Hector Amodio Perez hace su reaparición pública (2013) muchos creían que posiblemente estuviera muerto. La sorpresa fue manifiesta y la desconfianza a hacerse eco de sus primeros intentos de comunicación también. Historiar hoy las idas y venidas, el desconcierto de las redacciones, tanto de la prensa “progresista” y gubernamental, como la de la opositora, tradicional y burguesa, deja al que acometa el esfuerzo, con una sonrisa irónica.Es en el marco de ese desconcierto y esos cabildeos que el diario El Observador decide tomar la iniciativa y se contacta con el “supuesto” Amodio. La tentativa fue coronada con el mayor éxito mediático posible. Se obtuvo una foto de Hector Amodio Perez y hasta una entrevista. Las ediciones del periódico, concitaron la atención del público, es decir, el esfuerzo era premiado por el público comprando las ediciones. Un verdadero gol de media cancha, el “scoop” mediático, de la primera década del comienzo del segundo milenio en “el paisito”.
Rápidamente se formalizaron los primeros contactos y el reportero-estrella del matutino, Gabriel Pereira, viajó expresamente a España a entrevistar al célebre personaje que reaparecía luego de 41 años. La envidia mezquina, de los colegas de la prensa, tascó el freno.
Algunos como el muy “progresista” semanario Brecha, hizo el ridículo con un remedo de mariscaleo donde se convocó a figuras tupamaras históricas, para decidir sobre la cuestión, demostrando los convocados, la más completa y absoluta de las incapacidades como periodista-redactores. Los cegaban los prejuicios.
En la prensa “alternativa” cierto colega, intentó “contribuir” aportando la necedad de “un montaje fotografíco”. Pero todo fue en vano, Amodio Perez vivía, se multiplicaron las fotos y después se dieron a conocer las grabaciones filmadas de las entrevistas españolas en “bloques” que seguían concitando la atención del público.
El diario “El Pais” vocero de los grupos mas conservadores de la burguesía dependiente criolla, llegó hasta a invocar “a la inteligencia militar” según la cual, Amodio Perez estaba “oficialmente” difunto hace algunos años. Teniendo en cuenta que el actual titular de ese ministerio se ufanaba en pasado electoral reciente de que tanto a él, como a Mujica, “los soldados lo amaban” y tomando en consideración el escandalete reciente de las 18.000 o 20.000 municiones de guerra calibre 7.62 robadas de los arsenales que paga el pueblo contribuyente y de la cual el ministro se enteró por la boca del diputado opositor Trobo, 6 meses después del hecho, cualquiera con un poco de cacumen podrá notar que –como siempre- EFH “vende versos”.
Por más que EFH, se “vista de verde”, se queda en el vencido que siempre fue. Y los vencidos que se apresuran a hacerle fiestas (a lo perro) a sus vencedores, llaman al desprecio. Es la ley de la guerra. Nuestro “mariscal de las derrotas” aprende, por el camino de quedar en ridículo.
Traspié tras traspié, error tras error, mariscaleo tras mariscaleo, el hecho innegable se iba imponiendo. Amodio vivía y se mostraba incluso más saludable, rozagante y vital que sus antiguos rivales de dirección, los cuales están como dice el tango( y muestran los noticieros) completamente “fanés y descagayados”.
Ante el hecho, cada vez más innegable, el viejo zorro de la política criolla que es José “el Pepe” Mujica, formuló las primeras declaraciones, en las cuales pretendía aminorar ciertos juicios del pasado sobre el personaje, como la forma filosófica de ponerle “buena cara al mal tiempo” que se les avecinaba.
Porque una cosa estaba clara: Héctor Amodio Pérez, iba a dar “su versión” y más de uno se preparó para el turbión de “deschaves” que se avecinaba, sabiendo que “la historia oficial” recibiría –a través de Amodio- el último clavo del ataúd, con el cual quedaba lista para su final enterramiento.
Sobre estos aspectos del trabajo histórico, deberían reflexionar un poco, los historiadores “oficialistas” de nuevo cuño, desde Rolando Sasso, hasta el “hijo del Piraña” Gustavo Guerrero Palermo, sin olvidar a Walter Pernas y su mamotretito del “Comandante Facundo” libro cortesano “para hacer un peso”.
El tema del Traidor
Para ciertos círculos de antiguos militantes, un traidor no tiene derecho a hablar, y tampoco debe haber quien lo escuche, so pena de ser declarado cómplice.
El argumento es una de las tantas estupideces que salen de la cabeza de algunos que no han superado el estado “de stalinista primario, primate o, elemental”. Este es el aspecto que más críticas nos ha traido tanto en nuestros artículos del 2013, en contrapunto con Zabalza, como con algún que otro antiguo compañero.
Para el que intenta hacer Historia, el traidor es un testimonio más y punto. Lo mismo sucede-en el ámbito de la Justicia- para los jueces, fiscales y abogados.
¿Conqué “materiales” Eduardo Acevedo, escribió su formidable “Artigas” Alegato Histórico en tres tomos? ¿No tuvo necesidad de echar mano inclusive al “libelo de Cavia” y otros encumbrados personajes (generalmente unitarios y porteños) para liquidar de manera conclusiva la famosa “leyenda negra” sobre Artigas y hasta las lamentables “listas de sangre”?
¿Con qué elementos, -en la historia del socialismo moderno- tuvo que luchar Isaac Deutscher para rescatar al revolucionario ruso León Trotsky, de debajo de la formidable montaña de mentiras que se acumularon sobre este pretendido “perro muerto”? También, como en el caso de Eduardo Acevedo, el esfuerzo demandó sus tres gruesos tomos.
Si nuestros adversarios del “aparatismo”, el oficial, el siquitrillado y hasta “el perchado” se sacaran con premura de la cabeza, todos los “pajaritos” de su fantasía, si fueran capaces aunque más no sea por un instante recuperar el juicio sano, la voluntad de justicia elemental, abominarían de tales pavadas que solo tiene basamento en el subjetivismo más erróneo imaginable.
Amodio, es un testigo válido como cualquier otro, tiene la misma autoridad que los otros y (además de ser el único por el momento que conoció “los hechos” en su mismo “ajo”). Dice “su verdad”, para defender su nombre y sólo ese esfuerzo -después de un silencio de 41 años- convoca, o debería convocar, a la ecuanimidad y a la indulgencia. (Señalemos a ciertos “matasietes” de la “venganza” que jamás le hicieron nada al “Tino”, ni a los torturadores como Gavazzo, así que déjense de alardear, que Uds. “no arrancan” NI AUNQUE LOS EMPUJEN DE ATRÁS) El daño está hecho, los muertos- los mejores de nosotros todos- no los vamos a resucitar y para nada abogamos por el practicismo de corto vuelo, que los radicales de ahora, deberían exigírselo a los EFH, a los Mujica, a los Bonomi que están en el gobierno y se burlaron miserablemente –desde el poder- de las expectativas populares. Aquí hay que dejarse “de poses” y de morisquetas para ver los hechos de frente, nos gusten o no nos gusten.
No puede, además, ser excluido, es fundamental en la búsqueda de la verdad que tanto nos esquivan los otros, “los aspirantes a próceres y bronces”.
Lo que en cambio debemos aprender todos, es a movernos en el terreno resbaladizo de las verdades a medias, de las mentiras francas y de las falsificaciones.
Tomemos el libro de Amodio, como una referencia y señalemos algo que rompe los ojos: Amodio a citado a varias personas que pueden corroborar o negar sus palabras, sus relatos, los hechos que señala . Todas ellas viven, pueden hablar y pueden dejar sus testimonios. Enumeremoslas por sus nombres: EFH, Julio Marenales, Amilcar Manera Lluveras, el “negro” Mansilla, José Mujica, Engler, Zabalza, Julio Listre, Martínez Platero, Maria Elia Topolansky, Rodriguez Larreta, Marrero, Samuel Blixén, Anibal de Lucía, Wolf, Cámpora, Rosencof, y algunos otros más, que por el momento se nos escapan.
Todos ellos son citados en diferentes episodios, de una memoria que ha practicado y, seguramente fichado, prolijamente, a lo largo de los episodios que enumera, tanto como miembros participantes en ciertas reuniones, en varias discusiones que van a lo largo de la toda la historia del viejo MLN-Tupamaros y, en circunstancias fundamentales, de la historia pasada.
Todos ellos pueden ser interrogados por periodistas, convocados a mesas redondas de análisis y balance, a conferencias cibernéticas inclusive, donde pueden intervenir desde los lugares geográficos distantes donde cada uno de ellos residen, trabajan, viven o actúan.
El requisito que se necesitan son : periodistas avezados y con un conocimiento cabal y serio del tema que los ocupa, en panel de por lo menos dos , utilizando todas las técnicas que utilizan los jueces, o los policías especializados en tomar declaraciones. Sabiendo que el cristiano, en general, “es un bicho muy mentiroso” y que hay que aprender las mañas de cazarlo en las contradicciones.
Hasta nos atreveríamos a dar un señalamiento más, los testimonios más difíciles serán los de los más mentirosos, los principales sostenedores de “la historia oficial” porque se les viene abajo todo el castillo de mentiras con los que “curraron”, mintieron y engañaron todos estos años. Vamos a señalar los más peligrosos: EFH en primer lugar, Julio Marenales, José “Pepe” Mujica, el “ruso” Rosencof, Donato Marrero, el “negro” Mansilla y el “contador” Cámpora.
A esos personajes hay que aprender a “meterlos en la parrilla” con buenas baterías de preguntas, para hacer que caigan en las contradicciones que seguramente caerán si los interrogadores son hábiles.
El libro en cuestión.
De “Palabra de Amodio” o “la otra historia de los tupamaros” ya hemos dado la ficha técnica en el articulo anterior.
Ahora, señalaremos sus rasgos principales a modo de resumen.
Hay una primera parte, inicial , que esta basada en el manuscrito original que Amodio señala escribió en el cuartel del Batallón Florida y del cual recibieron copias su padre y Federico Fassano. Amodio señala que la falsificación en hojillas de fumar, puede haber sido obra de EFH y alguno de sus amanuenses del Florida. Es una tesis perfectamente posible.
Hay también una segunda parte , que es una batería de preguntas (algunas se repiten, con habilidad a efectos de chequear al entrevistado) que es obra de Jorge L. Marius y que –aunque lego- es la parte más interesante del libro.
Hay, finalmente , tres documentos finales, probatorios. Dos tienen importancia menor, pero el tercero es el auténtico original de la Historia de Héctor Amodio Pérez, escrita en el cuartel del Buceo.
Lo que asombra es la memoria fabulosa de Amodio, en enumerar los episodios que jalonaron sus discrepancias al seno del viejo MLN-Tupamaros, desde el Coordinador, su ingreso a la dirección después de Marquetalia, los diferentes episodios de la lucha interna dentro del viejo Penal de Punta Carretas, las modificaciones de los organismos que fueron pautando esa lucha luego del “Abuso”. Sus diferentes “renuncias” que nunca fueron aceptadas , hasta la fase final del Plan Hipólitos que culmirá en los ajusticiamientos del 14 de Abril.
De todos esos episodios Héctor Amodio Pérez, señala los participantes puntuales en cada uno de esos eventos. Volvemos a señalar que la inmensa mayoría vive . Es un trabajo paciente, metódico, que se condice con su fama de planificador eficiente que lo rodeó toda su vida política activa.
Registramos también un error: cierto libro que el califica como “Argelia, año 1” en realidad se llamaba “Argelia, año 8”, fue escrito por un periodista argentino, y fue publicado por una editorial, también argentina que se llamaba “campana de palo” Como tuvimos dos ejemplares del mismo podemos testimoniar. Fue –en su tiempo- una buena crónica de la resistencia argelina y las corrientes políticas que se agitaban al seno del FLNA.
El otro es una mentira grosera y una calumnia, con respecto al contador Feldman. Sobre el tema Fernando Moyano se ha expresado clara y definitivamente. El núcleo de las Juventudes Socialistas y miembros del Partido que después formaron el MUSP, siempre tuvo dentro del Partido Socialista una actitud crítica frente a los métodos de acción directa preconizados por “los tupas”. Más aún, los elementos oportunistas de ese mismo partido, siempre usaron a “los tupas” como EL CUCO que podían atizar contra los MUSPOS en ciernes. Julio Marenales Saenz, fue un vehículo esencial de esos intentos de amedrantar, una fea mancha sobre su pretendida “conciencia socialista”. Recientemente una antigua compañera de las juventudes socialistas de entonces (A.T) nos señaló ese episodio desgraciado, donde Marenales ejercicio un trabajo policial de bichón y corre-ve-y-dile del oficialismo socialista de entonces. El mismo, absolutamente el mismo papel, cubría hasta muy recientemente , cuando iba a recorrer el espinel de “los radicales” para después informar (ahora con guardaespaldas) dentro del engendro del MPP. “Stalinismo” de “picapedrero” de esa completa nulidad ideológica que es el “viejo Julio, cuadrado como una baldosa” .
El MUSP por tanto nunca tuvo asociación directa con el Coordinador ni con el viejo MLN-Tupamaros en ciernes – de allí el encono conque EFH, siempre se refiere al mismo - y muy mal sus militantes fueron entrenado “en tiro” por Hector Amodio Perez. Esa militancia tenía excelentes tiradores propios y el caudal de “herramientas” (las viejas pistolas Mauser, traídas por los exilados españoles de la guerra civil española y que en España se fabricaron bajo la marca de Fábrica TANQUE) que precisaban para ejercer la auto-defensa, en sus actividades sindicales, enfrentados a las patotas del principal exponente del reformismo criollo, el PCU. Tanto en Ancap, Municipales, en Bancarios, como en los sindicatos de la industria de carne (frig. Comargen y Cruz del Sur de Canelones) esa auto-defensa se ejerció, y bien que la temieron los reformistas, cuando militantes decididos, concientes y muy jóvenes, se enfrentaban a las patotas del amedrantamiento y las amenazas, representada por los lúmpenes “del vinacho”, reclutados en las “academias” de boxeo.
Para terminar este artículo, previo al balance final (que será objeto de un próximo artículol) es conveniente señalar algo más.
Romper con la izquierda tradicional, animarse “a pensar” la posible revolución uruguaya fue un trabajo enormemente positivo. No podía hacerse dentro del viejo PS ni del PCU.
En pasajes fermentales –uno de esos militantes- Jorge Torres lo señaló especificamente en su libro “La derrota en la mira” Edit. Fin de Siglo, edic. del 2002, 102 págs. Los pioneros que se echaron sobre sus hombros la tarea, estaban motivados por los mas genuinos y altos ideales de fraternidad y solidaridad con los más humildes y sufridos de los trabajadores y asalariados, hombres y mujeres, de nuestro pueblo. Aportaron –los más lúcidos y leídos de entre ellos- una reflexión genuina y franca: es posible hacer una revolución en Uruguay o había que dejar la tarea a nuestros nietos?, señalo específicamente Jorge Torres.
Después “con los tumbos del camino –dice Atahualpa Yupanqui- se entran a torcer las cargas”, aquellos tumbos, las “practicidades” de la obra en ciernes, el origen ideológico diferente, la juventud extrema de muchos ellos, el ansia de competir, las ambiciones personales, las rivalidades, hicieron también, su trabajo de zapa.
Creían los más nobles y puros de todos ellos, que esos “problemas” se solucionarían en la lucha revolucionaria, como guerrilleros, el “escalón más alto de un revolucionario” diría Ernesto Che Guevara, creador y fomentador de una nueva mística de la lucha y el sacrificio que ha sobrevivido –como ideal humano- su muerte y se ha trasmitido a las nuevas generaciones.
La tarea, en Uruguay –también en el resto de América Latina- demostró que esa era una verdad relativa.
Es por eso que renace hoy día –entre los que no están “arrepentidos” y/o ganados por el descreimiento, el oportunismo y el escepticismo- elementos fundamentales de la doctrina de Carlos Marx.
El “socialismo” no es “moco de pavo”, no es meramente tarea de una revolución (puede involucrar, en el proceso, varias y/o sucesivas). Tendrá “guías” o “vaqueanos” de diferente calibre y calidad. Líderes que desaparecerán y serán efímeros, oportunistas y hasta cobardes, inclusive “traidores” de diferente formato.
El “socialismo” además no implica cualquier cosa: es “además de la expropiación de los expropiadores”, el manejo de la producción y la sociedad toda por los “productores libremente asociados”. Todo esto debe comprender a cabalidad por el colectivo social y por cada uno de los militantes. No implica los gobiernos –como los “progresismos” actuales- que intentan darle “un rostro humano” al capitalismo dependiente, ni implican el “socialismo del siglo XXI” que naufraga a ojos vistos en Venezuela. De la prehistoria “el socialismo realmente existente ” ni hablamos, esta muerto y enterrado como Honecker, el dirigente comunista que inventó ese chiste cruel con pretensiones.
El mismo Carlos Marx que más de una vez fue iluso, señalaba lleno de confianza “que de todos esos balbuceos, vacilaciones, intentos fracasados, tragedias y comedias, los hombres del futuro se reirán a satisfacción” (cito de memoria).
La “asociación política” de hombres y mujeres para hacer una revolución, la creación de ese “instrumento” (llámese partido o movimiento) no es más que un medio para bregar por ese fin. Obligar a un(a) militante a “no poder renunciar”, fue un hecho cotidiano en el período pasado. No hay quién no conozca el caso de un(a) militante que estuvo en el brete . Presentar renuncia, “pedir la baja” no era aceptada por los mandamases organizativos. El militante(a) que “discrepara” quedaba en el brete de la persecución del antiguo enemigo, ahora reforzada por la persecución, aislamiento y negación de recursos de sus viejos compañeros. Cierto demócrata “kantiano”, jefe renunciante por más señas y fallecido, fue un jeremías de la democracia, y un perseguidor febril de “discrepantes”.
Algunas buenas almitas del “radicalismo” no lo han comprendido nunca y, por ello fueron siempre instrumento útil de otros, que sí sabían lo que buscaban con sus coacciones.
Amodio se opuso a ciertos planes: desde el Hipólito al Tatú o Segundo Frente. A otros –anteriores- se opuso también, pero empíricamente a medida que iban mostrando su ineficacia . Eran discrepancias de fondo, inmediatamente después del “Abuso”. Esas mismas discrepancias implicaban que no podía ser mantenido en la dirección, si la vieja dirección iba –como se acordó expresamente en una reunión en el Penal de Punta Carretas- a “darse un baño de realidad” en la base.
Los que hasta ahora –hay muchos todavía que creen en esas patrañas- han leído las “historias” mentirosas de EFH, saben bien que el afán de volver a un primer plano de dirección, prohijó las “conspiraciones” en cuya narración tanto se regocija EHF, que las presenta como “necesidades” o en el peor de los casos como simple “travesuras”. Nada de eso. Eran la violación más flagrante de la legalidad interna aceptada . Eran de hecho una traición. Y eran el preludio del desbarranque brutal que llegó después.
El Plan Hipólito era una respuesta a las bandas para-militares armadas que asolaban al entorno civil, de combate y de lucha popular, sin ser orgánicos. Los Comandos Caza tupamaros eran el embrión de la Triple-A argentina, con todo lo que esto implica. Cómo dar respuesta a ese gambito de la reacción, en sí mismo, es todo un tema. Para no caer en el enfrentamiento de aparato contra aparato , porque detrás esta el Estado, con toda la inmensa fuerza represiva que este encierra.
El Segundo Frente o Plan Tatú es otro gran tema. ¿Era posible lanzar la guerrilla rural en el Uruguay? ¿Era posible después de los magros resultados de la “elevación de la conciencia popular electoral” después de las elecciones? ¿Era la “solución” al “problema logístico” que planteaba el caudal de los fugados? ¿Cabían o no otras soluciones? ¿Merecían o no discutirse prolijamente, las implicaciones de extender la lucha militar al campo “para aliviar la ciudad”, con seriedad? ¿Hasta qué punto había llegado a calar en los dirigentes , la consigna, el esquema, la formulación de que “éramos indestructibles”, el tema del “doble poder” y otros?
Todo eso plantea Amodio desde su reaparición del 2013. Esta en YouTube, está en formato libro ahora.
Y dejamos por el momento fuera el tema “de las reorganizaciones” que no era “simplemente” el tema mandar este militante para tal frente, a tal otro para tal lugar. Porque esas reorganizaciones –que tuvieron su lugar en la derrota- implican también, los cambios políticos que algunos prohijaban para reforzar sus eventuales cadena de mando , al seno de la interna.
Por todo eso, el tema merece un artículo más.
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